29/9/08

Letras


Alguien disparó al destino

y me tocó a mí

ser una bala perdida.

17/9/08

El último viaje del juez Feng (Mabei shang de fating)

(Este texto contiene spoilers. Para poder leerlos basta con seleccionar las partes que aparecen en blanco)

El juez Feng inicia su ruta a través de una zona rural del sur de la China, la región de Yunnan, un año más, y para ello le acompaña su ayudante de todos los años, una mujer llamada Yang, oriunda de una de las aldeas en las que deben hacer escala, y Ah-Luo, su nuevo ayudante a partir del próximo año, momento en el que Yang tendrá que jubilarse forzosamente por la entrada en vigor de una nueva ley.

Estos tres personajes forman parte de un tribunal que recorre las zonas rurales del país, mucho más retrasadas que las urbanas, hasta el punto de que casi parecen sacadas de una época anterior a la nuestra, totalmente ajenas al siglo XXI. Deben llegar a lomos de un caballo a esas aldeas casi inaccesibles para resolver los pleitos que han tenido lugar en ellos, para decidir cuál debe ser la sentencia, para hacer justicia de acuerdo con el sistema judicial vigente en el país. Esto es algo que sucede en la China actual, donde hay muchas regiones que viven de manera casi ajena al conocimiento de que pertenecen a un país mucho mayor que su aldea y las que la rodean.

En el viaje se produce un doble enfrentamiento entre pasado y futuro. Por un lado, en la realidad, el mundo rural, de costumbres propias y que poco sabe de la política actual, choca con el moderno estado chino que tiene la intención de llevar ahí sus leyes, y, por otro, de manera alegórica, en las personalidades del juez Feng, que representa ese mundo de tradiciones, y de Ah-Luo, que vendría a ser el nuevo estado chino.

En el primero de los casos nos encontramos con dos sucesos principales. En primer lugar cuando el caballo de la corte ambulante es robado y finalmente recuperado, el juez quiere poner al ladrón a disposición de la justicia, pero la matriarca de la aldea se niega a dar su nombre porque ella, como líder, ya le ha dado el castigo que considera justo y no va a permitir que un intruso del exterior (no podemos olvidar que este “intruso” es ni más ni menos que el elegido por la República Popular para administrar la justicia del estado) lo castigue de nuevo de acuerdo a unas leyes que no son las suyas. En el segundo descubrimos que el motivo de la jubilación tan anticipada de Yang es una nueva ley que no permite que alguien que no tiene un título universitario acompañe al juez en la ejecución de su labor. Vemos aquí cómo la nueva China emergente quiere llevar esa unidad administrativa a todo su país, pero no hay unas medidas para hacerlo, nada capaz de conciliar las tradiciones anticuadas pero milenarias y base de una cultura, con la modernidad que ya se encuentra asentada en las grandes urbes.

En el segundo enfrentamiento, el alegórico, el caso más reseñable es el de la boda de Ah-Luo. Su suegro ha llevado a cabo una acción ilegal y él, como representante de la justicia, debe denunciarla y, al hacerlo, el padre se lleva a su hija impidiendo que se quede con quien ya es su marido. Feng propone paciencia para no generar un conflicto porque, a fin de cuentas, los documentos del matrimonio ya están firmados y a la larga ella tendrá que regresar con el joven juez. Sin embargo la resolución de Ah-Luo es bien distinta: él, con el derecho que le confiere la ley, huye del pueblo con su mujer, provocando de esa manera la ira del padre, jefe del pueblo, y la consiguiente desobediencia de toda la aldea al tribunal. También resulta reseñable el primero de los conflictos de la película en el que un campesino quiere que se castigue a un vecino porque uno de sus cerdos ha profanado la tumba de sus ancestros. Ah-Luo desestima el caso porque la ley no puede juzgar motivos religiosos y eso provoca la ira del ofendido, que se dispone a matar a su ofensor. Feng por su parte, resolverá el caso de manera salomónica, comprendiendo los sentimientos de un pueblo que las leyes modernas chinas no entienden.

En suma, es una película que muestra una realidad todavía existente en la China actual y que hay que ver de manera reposada y sin prisas porque, y creo que es mi única objeción, el transcurso de la historia es demasiado lento en algunos momentos, recreándose quizá demasiado en los paisajes por el solo hecho de mostrar la geografía del lugar (la entrada al pueblo de Yang es mostrada demasiadas veces, con demasiada insistencia), y el enfrentamiento no pasa del plano intelectual, lo siento por aquellos que esperaran una batalla. Una gran película, la primera del director Liu Jie, que nos hace olvidar el último desastre cinematográfico chino perpetrado por Ang Lee.