22/9/09

Citas


¡Paz! ¡Paz! No podía creer que esa palabra con sonido de campana, que sonaba perpetuamente a lo lejos, fuera algo más que un zumbido en mis oídos.

YUKIO MISHIMA, Confesiones de una máscara

11/9/09

Las sorpresas de la capi (3)


Pues no, la academia de música diapasón no es ningún edifico oficial ni nada por el estilo. Es lo que su propio nombre indica: una academia de música. Al parecer en Madrid si yo monto una tienda puedo plantar señales de tráfico a mi antojo para que la gente venga, sin que nadie haga nada al respecto (claro que allí nadie hace nada al respecto de demasiadas cosas). Pero bueno, dejando a un lado cosas evidentes, digo yo que ya que se anuncian con una señal de tráfico al menos podrían tener la delicadeza de no apuntar con ella en ssentido prohibido: pueden ver como al lado de la señal puede verse otra de sentido obligatorio que se confronta con ella. A ver si ahora veo alguna señal de un estanco, que eso es algo que nunca encuentro.

8/9/09

Meditando

Qué triste saber que todos saben lo ocurrido y que nadie se molesta en dar señales de vida.

7/9/09

¡¡¡Vaya mierda!!!


Generalmente nos quejamos de que nuestras ciudades están llenas de mierdas de perro y en más de una ocasión nos gustaría agarrar al dueño por banda y hacerle practicar la coprofagia con su mascota. Pamplona, por ejemplo, es una especie de vergel para estos cerdos (me refiero a los dueños). En Madrid, sin embargo, esta colección de heces caninas apenas se ve por las calles (alguna te puedes encontrar, lo contrario entraría en el terreno de los imposibles).

Podríamos pensar, entonces, que el enfado por haber pisado una mierda no existe en esta idílica ciudad con propietarios de mascotas civilizados. Nada más lejos de la realidad. Podríamos pensar, también, que el enfado de un madrileño hipotético al que nos encontráramos después de que este hubiera pisado una mierda es desproporcionado. Nada más lejos de la realidad tampoco, pues el daño también lo sería, pudiendo llegar incluso a la altura del tobillo. Y es que aquí lo peligroso no son los perros, sino los caballos de la policía, a los que parece que nadie obliga a salir con una bolsa para recoger los desperdicios de sus bichos, y háganse ustedes cuenta del tamaño de las heces. He visto monumentales mierdas de caballo en el parque del Templo de Debod, en la Plaza de España, en la Castellana (¿qué coño haría un caballo en la Castellana?), y a un caballo defecando en uno de los paseos del Retiro sin que el policía que lo llevaba se inmutara ni, por supuesto, hiciera el más mínimo amago de limpiar aquello.

Eso sí, si tu caniche se caga y no llevas una bolsa encima para recoger su creación seguro que te multan, y con un poco de suerte mientra lo hacen el perrillo quedará sepultado bajo una gigantesca defecación equina de la que, no lo duden, el poli ni se enterará.

4/9/09

Lecciones de literatura periodística (1.2)

Este para los que se cansen leyendo


La verdad es que no sé si decir que otro medio ha rectificado la noticia de ayer de la Agencia EFE o que aquí cada uno se inventa las noticias según le venga en gana. Hoy ADN publica lo siguiente:


Editorial Planeta lanzará 'El símbolo perdido' el 29 de octubre. La última novela de Dan Brown, autor de 'El código Da Vinci', tendrá una tirada histórica de 1.500.000 ejemplares.


Bueno, hay que reconocer que esa tirada sí es histórica (al menos en España) y sí que no tiene precedentes. Pero hay me quedo con la duda: ¿A quién debo creer? ¿A la Agencia EFE? ¿A ADN? ¿Habrá que esperar a mañana para ver qué dicen el resto de periódicos, por si engordan aún más las cifras y el señor Brown termina publicando más ejemplares que habitantes tiene el país? El problema de cosas como esta es que las noticias pasan a ser un chiste, y nada tiene que ver en esto la ética, sino el afán de los periódistas por ser impactantes, por llamar la atención... Por querer convertirse, en suma, en una especie de publicitarios de sí mismos.

3/9/09

Lecciones de literatura periodística (1)


Madrid, 3 sep (EFE).- La nueva novela de Dan Brown, "El símbolo perdido", la esperada continuación de "El Código Da Vinci", se publicará en España el próximo 29 de octubre con una tirada inicial de un millón y medio de ejemplares, una cifra sin precedentes en el mercado editorial nacional.

En ocasiones nos quejamos del pésimo periodismo que llevan a cabo algunos medios periodísticos, pero siempre nos queda la esperanza de que creemos que hay otros que sí lo hacen bien, y nos volvemos lectores asiduos de estos últimos: los que leen La Razón critican a Público y viceversa. Pero es que en este caso no hay escapatoria posible, pues la información proviene directamente de la Agencia EFE, uno de los pilares máximos del periodismo y que surte de noticias a los más variopintos medios del sector.

No me interesa meterme con la mayor o menor calidad de la nueva novela de Dan Brown, a la que pueden estar seguros de que no pienso ni acercarme, sino con cómo EFE se vende al sensacionalismo para exagerar la magnitud del evento y darle la máxima publicidad posible, lo que me hace pensar en por qué esta agencia cuya única misión es informar (o eso creía) está ejerciendo de vehículo publicitario para la novela de manera tan descarada (piensen que este mismo texto de arriba va a aparecer tal cual en muchos de los periódicos del país).

El caso es que nos informan de una tirada descomunal, "sin precedentes" dicen, en el mercado editorial español. ¡Qué manera de hinchar las cosas para que nos demos cuenta de la magnitud de lo que se aproxima! Pues bien, eso es hacer periodismo, digamos, del corazón: hablando por hablar, sin importar si somos veraces o no, sólo para resaltar nuestra noticia; pues la tirada SÍ tiene precedentes en el mercado español: El juego del Ángel, hace algo más de un año, ya tuvo una tirada de un millón de ejemplares en España. Y es que ya está bien de estos medios que utilizan las noticias como medios publicitarios de lo que sea, o de estos periodistas que escriben lo que les viene en gana sin comprobarlo para ver si así consiguen ser el más ingenioso de todos.

1/9/09

Diarios madrileños (7)


El domingo pasado me gané sin duda el Infierno, si es que existe. Y es que debo de estar contagiándome de esta ciudad y estar volviéndome madrileño, porque si no, no me lo explico, no tiene excusa mi reacción.

Iba por la calle intentando buscar un local para ING y conseguir así algo de pasta, que buena falta me hace, cuando uno de los miles de mendigos que tiene está ciudad comenzó a pedirme dinero. Yo lo ignoré, que es lo que tienes que hacer aquí si no estás forrado, pues te asaltan una media de quince de ellos al día. Pero él no se dio por vencido y comenzó a seguirme mientras me pedía para un vaso de leche, esa forma que usan tan a menudo para potenciar la lástima que pueden provocar en el viandante despiadado, pedir no dinero, sino "para algo", aúnque en este caso tengo la impresión de que la necesidad era bastante real (no siempre lo es, y no lo digo por ese lavaconciencias de: ¿para qué usará el dinero?). Yo estaba con los nervios y el cabreo por el atraco del día anterior aún a flor de piel, y el seguimiento que me hizo por la acera fue algo que no pude soportar, así que me giré y le espeté sin que se lo mereciera: "Dame, dame, dame, ¿me vas a dar tú a mí todo lo que nos robaron ayer?" Entonces, con voz lastimera y casi seguramente ensayada (lo que no me excusa), respondió que sentía haberme ofendido, que sólo me estaba pidiendo un vaso de leche.

Continué andando pero los remordimientos me asaltaron, de modo que entré a un chino, compré una caja de leche y un bizcocho y deshice mi camino para encontrarlo, al tiempo que separaba algo de dinero para no tener que sacar la cartera delante de él (aún me puede la desconfianza). Supongo que mi actitud nada tenía que ver con disculparme ni con hacer las cosas bien, pues tanto yo como el resto de humanos parecemos estar bastante insensibilizados ante esta situación, sino con liberarme de los remordimientos y la mala conciencia que mi acto anterior me estaba produciendo. Al final, tras regresar a donde me lo había encontrado y no verlo, y pasar casi una hora dando vueltas por la zona, no pude dar con él. No pude resarcirme de mi mala acción, más que resarcirlo a él (supongo).

El dinero ha vuelto a mi cartera. La caja de leche y el bizcocho están en mi despensa acusadores, no sé muy bien que hacer con ellos.