28/3/08

Títulos universitarios

Quizá sea cosa mía o quizá esta sociedad se esté yendo definitivamente a la mierda, pero es increíble ver cómo los especialistas en algo son en realidad especialistas en nada y cómo los licenciados en lo que sea lo son tan solo porque en su día pagaron el precio de la matrícula.

Estaba yo tomando un café tranquilamente en una cafetería cercana a la Facultad de Filosofía de la UB, cuando entraron dos chicas que parecían salir de algún examen, no por nada, sino porque iban quejándose de alguna de las preguntas que les habían formulado. Mi conocimiento de la filosofía es tan sólo superficial, el de ellas debería ser mucho más extenso (no tardaría en darme cuenta de mi error), pero no pude evitar que todos los pelos de mi antebrazo se erizaran e intentaran huir de aquel lugar cuando las oí cruzar a Sade con Niechtze. Que, claro, a todos nos podría pasar (no recuerdo sus palabras pero les aseguro que reinventaron toda la historia de la filosofía), un error lo tiene cualquiera y yo ya me disponía a perdonarlas por él cuando cuando escuché las palabras asombradas de una asegurando que ella no sabía eso (ni tú ni nadie, en serio, sólo la descerebrada de tu compañera), y claro, pues como no lo había escrito, iba a suspender. A lo que la otra respondía que sí, que sí, que era así, y que por suerte ella lo había puesto (lo que daría por colarme en los ojos de su profesor y poder comtemplar por un instante ese examen, tiene que ser mejor que un diálogo de los Hermanos Marx).

¡Dos estudiantes de filosofía! ¡Y yo no he tocado esa asignatura desde que la vi por última vez en aquel curso ya extinto llamado COU!. Debería haberme marchado entonces y así me habría evitado oír lo que vino a continuación. Parece que ya aburridas de su examen comenzaron a contarse anécdotas. Dos de ellas fueron las que llamaron la atención, una referente a un tipo que parecía que había conocido una de ellas hacía un tiempo, otra referente a un profesor de antropología. La primera carecía de mayor interés, al menos en principio. La chica hablaba de un amigo al que le gustaba la filosofía pero que sólo leía a autores extrañísimos, como a un tal Shakanzehauser u otro que era algo así como Kirakaroud, pero claro, le faltaba la base, porque luego le hablabas de Platón o de Aristóteles y no tenía ni idea.

La segunda historia era mejor. Le habían presentado a un profesor de antropología de no sé qué universidad y este le había preguntado si conocía a algún filósofo cristiano de la Edad Media. Ella había respondido que sí pero poco (¡sí, pero poco!, ¡una estudiante de filosofía!), que conocía a Santo Tomás, a Tomás de Aquino... En ese momento yo ya estaba imaginando la cara de horror del antropólogo que había tenido la desdicha de encontrarse con ella. ¡De modo que Santo Tomás y Tomás de Aquino! A esa chica no se le había ocurrido unir los “dos nombres” y evidentemente el de Santo Tomás de Aquino no le decía nada. Seguro que ante las palabras Summa Theologiae la cabeza le habría empezado a dar vueltas por sobrecarga de información o algo así. Es más, en ese momento empecé a dudar de si ese tal Shakanzehauser no sería en realidad Schopenhauer, y el otro, Kirakaroud, Kierkegaard. Pero eso es imposible averiguarlo ya.

En este estado se encuentran la mayoría de los licenciados en nada de este país (y quien dice país dice lo que sea). Empiezo a pensar que la universidad no es más que un período sabático de cinco años y luego ya le tomaremos a alguien el pelo con nuestro título. He visto a Humanistas afirmar que la literatura barroca se dio durante el siglo XVIII, a periodistas que en su vida habían oído hablar de un tal Grice, a arquitectos que querían hacer auditorios con estructuras metálicas porque era “más moderno”, a filólogos convencidos de que Don Juan Tenorio de Zorrilla es una novela, a estudiantes de medicina diciendo ufanos que para qué querían aprenderse todos esos libros de anatomía si no tenían que ver nada con la especialidad que ellos iban a hacer (no quiero ni pensar qué especialidad era esa), a abogados escribiendo estudios totalmente ininteligibles para supuestamente clarificar el sentido de una ley y a comunicadores asegurando que los discursos es mejor no prepararlos demasiado.

Denles unos años más a las universidades y acabaremos creyendo que la falsa rebeldía de las letras del rock son el auténtico camino que debemos seguir. Luego vendrá el desastre, si no estamos ya en él.

26/3/08

Citas


La literatura no es inocente.


ROBERTO BOLAÑO, Los detectives salvajes

22/3/08

Tu violento rostro mañana

JAVIER MARÍAS, Tu rostro mañana
Javier Marías publicó hace ya unos meses la que sin lugar a dudas es su mejor novela hasta la fecha. No terminó de convencerme cuando apareció la primera parte, hace ya cinco años, porque recorría caminos ya transitados por él en anteriores ocasiones con demasiado acierto como para pretender obtener todavía más de ellos. Y sin embargo aquel Baile y sueño que le sucedió me abrió los ojos y me hizo ver que Marías estaba haciendo, si no algo totalmente nuevo, al menos sí algo distinto. Ya no se trataba otra vez de su personaje (sólo ha creado un personaje protagonista que se pasea por todas sus novelas con distintos nombres) viendo el mundo bajo su microscopio (porque si algo hay que concederle es el detallismo de su observación mundana) sino que por primera vez se involucraba en ese mundo y tomaba parte real de esa historia; sus sentimientos dejaban de ser tan cerebrales como siempre me han parecido.

Pero lo que me ha llamado la atención en esta nueva novela es la escalada de violencia que se ha producido. Si bien en Fiebre y lanza la violencia era tan sólo tema de conversación (una violencia desmedida, lo sé, pero que a fin de cuentas sólo aparecía en las conversaciones, nunca como elemento de la acción), en Baile y sueño el protagonista se veía atrapado por una de esas escenas, y nada suave por cierto. Recordamos cómo a lo largo de varias páginas Jaime asistía a la paliza propinada por su jefe a una de sus “amistades” sin poder hacer nada, o más bien sin saber qué hacer. Aquello parecía que no iba a tener fin pero estábamos atrapados por aquel fluir de brutalidad tan sumamente fría. Pues ahora será él quien ejerza esa violencia, y lo hará también de forma fría y deliberada, calculando cada efecto de cada golpe.

Ya no tenemos a un Deza que sólo mira, o que se ve atrapado por la acción, sino que la desarrolla. Y cuanto más involucrado lo vemos más nos identificamos con él y más nos embrutecemos nosotros y más nos espantamos de nosotros mismos, porque lo animamos en cada golpe y sabemos que nosotros, aunque nunca hagamos eso, lo haríamos si tuviéramos el valor.

No somos sociables porque seamos buenas personas, porque creamos realmente que hay cosas que pueden hacerse y cosas que no, sino porque no nos atrevemos a dejar de serlo. En ocasiones ni lo pensamos y actuamos como se nos ha enseñado que marcan las normas pero.. cuántas veces desearíamos saltárnoslas. “¿Por qué no se puede ir por ahí pegando, matando?” pregunta Tupra. Y lo hace con total naturalidad, como quien pregunta por qué no hay que sorber la sopa. Esa pregunta choca en el lector, pero no lo hace por la pregunta en sí, sino porque ya hemos asumido que no podemos matar personas, pero nunca hemos razonado el porqué, lo hemos asumido tal como nos lo han transmitido sin cuestionárnoslo jamás. La respuesta final no es menos brillante: “Porque no podría vivir nadie."

Yo nunca me lo había planteado y, por eso, espero que esa amenaza de Javier Marías (“no tengo nada más que decir en el campo de la novela,” ha dicho) quede sin cumplir y Jacobo o Jaime o Jacques o como quiera llamarlo la próxima vez, regrese para seguir mirando y enseñándonos a mirar. Debemos aprender a cuestionarnos nuestro mundo y eso es lo que las novelas de Marías nos enseñan.

21/3/08

Inquilino nocturno


No termina nunca de fascinarme mi trabajo, y no por la actividad que desarrollo, que es en sí bastante simple, aunque no exenta de cierta dificultad, sino por la cantidad ingente de esperpentos que por este hotel desfilan. El último suceso, que he determinado calificar de trágico-cómico, sin poder dejar a un lado el sentido de humor algo macabro del que suelo hacer gala, acaeció ayer noche. Me encontraba yo, como es habitual, viendo Yo soy Bea, quiero decir, revisando facturas, corrigiendo los créditos, respondiendo faxes...o sea, sacando adelante este hotel, (que no se que harían sin mí), cuando de repente cruzó el umbral de la humilde recepción un hombre de mediana edad. Pese a ser yo una persona perspicaz por naturaleza, no observé a primera vista ningún rasgo peculiar en el nuevo inquilino. Así pues, e hice mal, después lo supe, le asigné una habitación en mi afán por aumentar los ingresos del hotel (para que de este modo mi jefe me pueda pagar la subida que antaño me prometió). El sujeto en cuestión, al que llamaremos Eduardo (no por nada, sino porque ese era su nombre), me expresó su necesidad primera de ir al servicio porque, según me dijo, no se encontraba bien. Así que, sin siquiera dejarme su carné de identidad y, lo que es más importante, su tarjeta de crédito, subió corriendo a la habitación 302. Al rato marcó el número de recepción y me instó a que subiera a su nueva morada a coger el carné y la tarjeta. Saltándome el protocolo, pues no es normal la recogida a domicilio, me acerqué hasta el zulo, perdón, la íntima a la par que coqueta habitación individual en la que se hallaba descansando el huésped. Éste tuvo a bien recibirme sin ningún pudor con un veraniego conjunto de camiseta y minifalda improvisada con una de las toallas del hotel, que más enseñaba que insinuaba. Si en algún momento temí por mi integridad física, pues he oído historias a trabajadoras de este mismo hotel en las que individuos vestidos de esta misma guisa dejaban caer "en un descuido" el afelpado taparrabos, mi profesionalidad me impidió dejarlo traslucir. Mientras me entregaba las tarjetas solicitadas, el falso escocés volvió a incidir en su malestar, a lo que yo, acostumbrada a las múltiples dolencias que habitualmente aquejan a mis amigas, no hice ni caso. Regresé entonces a mi habitáculo y al pasar la visa del moroso, quiero decir, del morador, comprendí que una vez más me la habían colado, pues por más que lo intentaba reiteradamente, ésta era denegada. Con la tranquilidad que Dios me dio para compensar quizá ciertas carencias, que por otra parte aún desconozco, volví de nuevo a la 302 para, amigablemente, pedir explicaciones, o en su defecto otra tarjeta, al, cada vez más, desafortunado cliente. No entraré en detalles sobre lo que ocurrió con el dinero, pues no es lo más interesante de esta historia, además es de sobra sabido que no es de buen gusto hablar de estas cuestiones. Baste decir que al final no pagó. No creyó Eduardo que el hecho de no saldar su cuenta fuera motivo suficiente como para dejar tranquila a la pobre recepcionista, así que de forma insistente me estuvo llamando para repetirme lo mal que se encontraba, hasta que ya, más cansada que conmovida, decidí llamar a urgencias. Sobre la tardanza de los médicos de urgencias hablaré en otro momento, sólo sabed que si este hombre hubiera estado enfermo de gravedad, entre el pasotismo de la recepcionista y las dos horas que tardaron en llegar los galenos, Edu encuentra la paz eterna entre nuestras paredes. Cuando la doctora se marchó del hotel tras haber empastillado a su pobre paciente, se dirigió a mí y más ordenó que sugirió, como si fuera yo la enfermera a su cargo, que en media hora o tres cuartos subiera a ver qué tal estaba. Como ya casi nada me sorprende, la estupefacción que antes mostraba ante peticiones insólitas dio paso en ese momento a una leve curiosidad que me llevó a preguntar sobre la naturaleza del mal que importunaba al arrendado. “Esta muy nervioso”, me respondió la que hacía las veces de mi jefa, “tiene problemas personales y no quiere avisar a su familia”. Entonces pensé “la que va a tener problemas personales voy a ser yo cuando mi auténtico jefe se entere de que voy dando habitaciones gratis a neuróticos con tendencias suicidas”. Lo que ocurrió después, pese a que pueda parecer algo extraño, no me lo he inventado. No relataré cuáles fueron los motivos que me llevaron a subir de nuevo a la habitación con un vaso de leche y unas galletas, pues ni yo misma lo sé, quizá un incipiente instinto maternal, o lo que es más probable, el extremo aburrimiento en el que me hallaba yo sumida. Pero cuando entré, sólo mi templanza y mi saber estar impidieron que los alimentos saltaran por los aires del shock que me produjo contemplar la estampa que a continuación describo. El maromo de 1,80 se hallaba en posición fetal acurrucado en una esquina de la cama, con sólo una sábana cubriendo parte de su desnudez y llorando con un desconsuelo tal que casi llegó a enternecerme (afortunadamente la vida me ha hecho fuerte). Dejé entonces el ligero ágape encima de la mesa y me debatí entre el deber moral de auxiliar al desconsolado o salir pitando con el absoluto convencimiento de que no me pagaban lo suficiente como para hacer de recepcionista, botones, camarera de habitaciones, guía turística y gastronómica, enfermera y encima psicóloga. Venció finalmente esta maldita conciencia de la que, por más que lo intento, no puedo deshacerme. Así que, tímidamente, le pregunté si se encontraba bien. Bastó esa sencilla pregunta de mera cortesía para que el tipo pensara que realmente me interesaba su estado de salud, y pasara, entre sollozos, a relatarme toda su mísera vida. Por dicha relación me enteré de que la causa de sus actuales desdichas era que su novia, con la que llevaba tres meses, le había dejado. No sentí sino lástima al oír aquello, pero de mí misma, por tener que estar haciendo horas extras por semejante gilipollez. Pero después comencé a indagar en sus problemas más profundos y descubrí que el pobre desgraciado había estado divorciado dos veces. Sus dos ex mujeres se habían quedado con todas sus propiedades, incluidas dos casas que él aún estaba pagando. Su última cónyuge se había ido con su mejor amigo, el cual estaba disfrutando de los arbolitos que él mismo (al presunto suicida me refiero) había plantado en la casa que él mismo había pagado, con la mujer a la que él mismo se había... En fin, que después de oír todo aquello, y algunos me consideraréis cruel, no pude por menos que exclamar: “Tú es que eres idiota”. Como estaba muy desvalido y sumido en su dolor, me libré del puñetazo. Después de mi primera reacción, quise saber por qué todavía tenía ganas de estar con más mujeres, a lo que él respondió que tenía la certeza de que el ser humano está hecho para vivir en pareja (qué mal ha hecho Rousseau a toda esta gente). Intenté quitarle esa idea de la cabeza, ya que como quisiera vivir hasta el fin de sus días con una mujer, iba a necesitar más casas que el Sr. Roca. Entre los logros de su extenso currículum, se hallaba también una estancia en la cárcel. En resumen, que el tío realmente tenía motivos como para pasarse llorando el resto de su existencia. No me quiero alargar más explicando todos los pormenores de la conversación, que, entre unas cosas y otras duró casi una hora. Lo importante es que, gracias a mi apoyo y a mis sabios consejos, conseguí salvarle la vida. El ex presidiario abandonó el hotel a las cuatro de la madrugada, prometiendo volver para abonar la cuenta. Por supuesto no volvió. No lo culpo; probablemente ya ni siquiera esté vivo.

19/3/08

Ni deuda que no se pague


Cuando atravesó a Mejía don Juan sintió pena y una lágrima cruzó su rostro. No había logrado hacer una apuesta lo suficientemente alta para poder perderla y maldijo su sino. Sentía, como un latido, la risa convulsa del diablo dentro de su pecho.

Huyó del lugar del crimen. No cesó de correr en un buen trecho, atravesando oscuros callejones en los que sólo oía la voz de su conciencia burlándose de él, hasta que topó con un entierro que iba camino del cementerio. Aquel sería su castigo y redención. Se aproximó y, sin que nadie lo sintiera, arrojó al muerto de la caja y tomó su lugar, y allí permaneció dispuesto a ocupar su tumba.

17/3/08

Vacaciones


Llegan por segunda vez las vacaciones de Semana Santa, y con ellas las tan temidas historias de amigos y conocidos que cuentan y cuentan sin parar todo lo que pretenden hacer, a dónde quieren ir, con quién van a marcharse... y todo ello sin preguntarse ni por asomo si tenemos el más mínimo interés en saberlo. Y digo por segunda vez porque en mi traslado de Cataluña a Navarra este año estoy sufriendo el doble. Pasé toda la semana pasada oyendo historias más o menos fantásticas sobre lo que la gente pretendía hacer, y ahora toca repetir (peor serán las historias de regreso, aunque esas al menos sólo las padeceré una vez). Algunas eran historias lógicas, de gente de fuera que regresaba a sus casas (yo mismo soy un caso), y era normal que expresaran su ansia: "tengo unas ganas de volver a Grecia/Italia/Irán/Suecia/Galicia." Otras, y estas son las que me molestan, llegaban anunciando que en Semana Santa se iban a ir...

En cuanto se oyen esas palabras tiene uno que echarse a temblar, porque nunca acaban ahí. No digo que no quede ya nadie que anuncie su viaje y si su interlocutor pregunta lo cuenta, pero si no dice nada pues se calla y a otra cosa. Pero son los menos. Lo normal es que comiencen una historia, por lo demás aburrida, sin importar si quieres oírla o no, con capítulos tan emocionantes como:
-La espera en el aeropuerto.
-Lo que desayunamos aquella mañana.
-Cuando nos equivocamos de autobús.
-La comida tan rara de aquel lugar.
Y el broche de oro en toda historia vacacional que se precie:
-En el aeropuerto nos perdieron las maletas.


Y además es que algunos cuentan por contar, vamos, que ni siquiera tienen relato vacacional que soltar y se lo sacan de la manga. Caso real de hace una semana (juro que yo me limitaba a escuchar, porque si llego a abrir la boca...):
-Pues esta Semana Santa no voy a ir a casa porque me voy a Cádiz, no sé cuándo voy a volver a mi tierra.
-Bueno, al menos aprovechas y vas a un sitio distinto.
-Sí, porque además Cádiz tiene (y aquí empieza una descripción palmo a palmo de la ciudad).
-Vaya, ¿ya habías estado antes?
-Sí, mi padre es de allí y voy a casa de mis abuelos. Vamos bastante a menudo.
¿De modo que me has estado soltando que no vas a tú tierra, que te vas de vacaciones, lo emocionada que estás, y resulta que vas a hacer un viaje que equivale a lo que cualquiera llamaría irse al pueblo? Eso es la enfermedad de tener que contar unas vacaciones a toda costa. Si te vas, disfruta, pásalo en grande, pero ten en cuenta que es posible que a los demás no nos interese. Y por favor: GUÁRDATE TUS FOTOS. Nada más soporífero que alguien explicando lo que ya estás viendo en las fotos.

Yo, por mi parte, creo que en junio iré a Glasgow al concierto de Jonathan Davis y quizá luego me pase por Atenas o Módena, estoy allanando el terreno. Ya mostraré las fotos y les contaré.

16/3/08

Condenación


Por fin Inés lo había conseguido. El comendador trató por todos los medios de llevarse a don Juan tal y como Dios lo disponía, pero ella había prevalecido. Había conseguido que entre Dios y ella la prefiriese a ella y condenara su alma.

13/3/08

Venganza


La hoja atravesó la carne hasta la guarda y don Juan sonrió triunfante cuando vio derramarse la sangre de su propio corazón. Ni Mejía ni Gonzalo lo habían alcanzado, sino la mano vengadora de Inés, la mano blanca de la virgen rencorosa que no perdonaba la conversión del libertino sin haberla hecho conocedora antes de los lujos del placer.

11/3/08

Despecho


Inés escupió sobre la tumba de don Juan.

-¡A tantas amaste y a mí me despreciaste!

9/3/08

Jornada de reflexión


Hoy escribiremos a toro pasado, dado que ayer no se podía (o no debería haberse podido) hacer campaña, aunque nada más lejos de mi intención. Tras el asesinato el viernes del exconcejal socialista en Mondragón, el PP (como es lógico) quiso acudir al funeral y dar el pésame a la viuda y a la hija. Ellas por su parte (como también es lógico) no querían ver a nadie de ese partido, bastante les habían oído decir durante los últimos cuatro años que ellos eran los socios de ETA para tener que ponerles buenas caras ahora, después de esto. Por su parte, Patxi López fue el que se encargó de transmitir este sentimiento a Mariano Rajoy y María San Gil y, (como ya no es tan lógico) lo hizo de manera bastante inadecuada, con reproches de por medio que incluso la familia del muerto tuvo el acierto de evitar.

Pero lo que más me avergüenza vino después. Si bien los reproches hechos por López lo fueron en privado, San Gil no tardó apenas nada en hacerlos públicos frente a las cámaras, para que quedara bien patente la mala forma de actuar del socialista, en plena JORNADA DE REFLEXIÓN. Tampoco mucho mejor fue la inmediata respuesta de Patxi López, respondiendo para todo aquél que quisiera leerlo, a través de su blog. Y todo esto en el día en el que se supone que no puede hacerse campaña.

Por su parte, en Valencia, la alcaldesa Rita Barberá se quitó su sempiterno traje rojo y se puso al frente de la manifestación contra el atentado, echando en cara su ausencia en dicha manifestación a los políticos del PSOE, porque claro, las JORNADAS DE REFLEXIÓN están para eso, para que los partidos políticos se tiren los trastos a la cabeza unos a otros.

Hoy toca ir a votar. Yo, por mi parte, visto lo visto, creo que votaré por el partido del cannabis, a ver si así puedo pasar los próximos cuatro años colocado y no enterarme del lamentable espectáculo que día tras día nos ofrece la política española.

8/3/08

El pecado inalcanzable


Al alba Inés se suicidó, mucho antes de que tuvieran lugar las ejecuciones del resto de los criminales. Don Juan no había querido tomarla en sus brazos y el hedor de su pureza comenzaba a serle ya insoportable. ¡Tantas molestias se había tomado para seducirlo!

7/3/08

De asesinatos, prensa y elecciones


Hoy hemos visto cómo las ediciones digitales de toda la prensa española iban cambiando a lo largo de la mañana. Si bien la mayoría de los medios abrían con el anuncio de las multas en Cataluña por no rotular en catalán los nombres de los establecimientos y otras noticias de prensa extravagante, poco a poco los titulares han ido cambiando para dar paso al anuncio del asesinato por parte de ETA del exconcejal del PSE, Isaías Carrasco, y lo hacían otorgándole a este suceso casi todo el espacio y eliminando de paso toda la morralla electoral de sus portadas. Bueno, casi todos: hay medios que nunca defraudan y La Razón ha colocado esta noticia también en primer término pero no le ha dado ni mucho menos más espacio que al resto (han debido creer que su importancia no sobresalía en absoluto), y acto seguido ha continuado con artículos de"publicidad electoral" del tipo "Los fetos abortados de hasta siete meses no se considerarán restos humanos", "Zapatero defiende que se multe en Cataluña por rotular en castellano", etc.

No voy a hablar del atentado sencillamente porque basta abrir hoy la edición digital de cualquier (repito, cualquier) periódico para enterarse de sobra de todo, y porque soy incapaz de hacerlo sin que me hierva la sangre y comience a proferir insultos y gritos de venganza. Voy a centrarme en el flaco favor que La Razón hace tanto a la lucha contra el terrorismo como al partido al que evidentemente defiende. Este periódico ha decidido no dar más importancia a una noticia que evidentemente la tiene, para seguir contándonos las paridillas electorales que todos ya nos sabemos. Este periódico ha decidido seguir contándonos lo malos que son los del partido rival cuando todo el resto de la prensa había decidido dejar de hacerlo ante el cariz de los acontecimientos. Este periódico ha decidido despreciar de este modo a las víctimas del terrorismo no dando la importancia que se merece a una noticia de esta envergadura. Este periódico ha decidido seguir haciendo campaña incluso cuando los políticos habían decidido dejar de hacerla (han clausurado todos lo actos de cierre de campaña previstos para hoy)...

¿Hace falta decir algo más? Luego son ellos los primeros que achacan a los políticos el hablar de cosas irrelevantes, carentes de interés, de faltar al respeto a tal o cual asociación... Alguien debería decirles que no necesitamos prensa como la suya, sea de la ideología que sea... porque hoy han sido ellos, pero no son los únicos.

6/3/08

¿Votar?, quizá


Con las elecciones tan cercanas y con esos humoristas metidos a políticos que tenemos que soportar a diario se hacía imperativo comenzar hablando de política. Dentro de pocos días todo el país elegirá quién ha de ser su presidente y las opciones no son ni muchas ni muy halagüeñas: Zapatero vs Rajoy. Por si alguien no tenía muy claro a cuál de los dos votar, el lunes pasado nos regalaron con un debate digno del dúo sacapuntas, en el que ZP nos anunciaba la creación de una serie de organismos que hace ya años que existen y acto seguido entraba a degüello a hacer a su oponente no sé qué taradas preguntas acerca del 11-M. Rajoy tampoco se quedaba atrás cuando comenzaba a tararear malos datos del gobierno socialista sin pasar un solo minuto hablando de su proyecto y al oír la palabra bonobús balbuceaba: "¿Qué es esto? ¿Un bonobús?"

Para quien se perdiera tan interesante debate dejo aquí un breve resumen. ZP: nosotros hemos tenido que hacer un montón de cosas porque ustedes lo hicieron todo mal en su etapa de gobierno (a partir de aquí una serie de datos de los que la mitad están falseados y la otra mitad inventados). Rajoy: Yo estoy orgulloso de la etapa del gobierno de Aznar y usted no ha hecho más que hundir a este país durante sus cuatro años de gobierno (a partir de aquí una serie de cifras pésimas y perfectamente reales sobre los últimos cuatro años de gobierno pero en ningún momento comparadas con las de los ocho años anteriores porque incluso a Rajoy se le caería la cara de vergüenza).

Y para terminar tan ameno debate un cuentecillo cursi, ñoño, cargado de cinismo y de hipocresía, y al que para mi gusto le falta una musiquilla patriótica de fondo que vaya subiendo de intensidad conforme se acerca a su final: la niña de Rajoy que, por cierto, ha crecido y es bien fecunda pues ya tiene una descomunal serie de videos en Youtube.

Tampoco tiene desperdicio la entrevista a Rajoy que hoy aparecía en El País, en la que el líder del PP no recordaba datos puntuales del gobierno de Aznar porque, claro, hace taaaaanto tiempo... y sin embargo recitaba de memoria los malos datos de hacen aún mucho más del gobierno de Felipe González, con momentos tan memorables como el siguiente:

El País: Cuando el PP llegó al gobierno en 1996 había 724.599 becas al año, y lo dejó ocho años después con poco más de 400.000[...]
Mariano Rajoy: Yo eso no lo sé.
EP: Número de guardias civiles. Según mis cifras el número en 1996 era de 125.909; y el 1 de enero de 2004, 118.636, ¿sí o no?
MR: Pues no lo sé. Lo que sí le digo es que durante los años de Felipe González, y le puedo dar los datos, hubo pocas ofertas de empleo público.
EP: El precio de la vivienda. Durante el gobierno del PP hubo un incremento acumulado del 112%.
MR: Es que yo o lo recuerdo...

Y así hasta crispar los nervios de cualquiera. Pero no voy a comenzar a hablar ahora de lo decepcionantes que son los políticos, porque para eso ya está Eva, y es mucho más convincente que yo. Visiten su página y ya me dirán.