29/11/09

Citas

-Es el sujeto que "arregló" las "World Series" en 1919.
[...]
-¿Cómo pudo hacerlo?
-Vio la oportunidad.
-¿Y cómo no lo han metido en la cárcel?
-No pueden cogerle, camarada: es un tío listo.

F. SCOTT FITZGERALD, El gran Gatsby

25/11/09

La soledad encontrada

¿Qué es la soledad?
La caída en el asfalto a la que ninguna mano se tiende.
Una mañana sin teléfono.
Una tarde sin café.
Una noche sin amor.
La novela excepcional que con nadie puedo comentar.
Una pregunta sin respuesta.
El beso rechazado.
La película sin compañía.
La poesía enigmática que nadie puede explicarme.
La puesta de sol consciente de un amanecer solitario.
Un postre sin azúcar.
Una lágrima a la que no sigue el llanto.
El tono insistente al otro lado del teléfono.
Una mesa de cafetería.
Té amargo.
El agua del mar.
El abrigo único colgado detrás de la puerta.
Una ventana cerrada.
Los suspiros, que son aire van al aire que los diluye.
Un bolígrafo escribiendo versos.
Y la espera. Esa es la mayor soledad. Esperar y esperar a que, finalmente, nada suceda.

23/11/09

La soledad buscada


Cuando el futuro se antoja tan difuso, la soledad se convierte en medicina de silencio. Es entonces cuando las relaciones con los demás se ponen a prueba, cuando surgen los reproches, cuando hay gente que no respeta ese silencio y se siente incomprensiblemente herida, como si estuviéramos cometiendo alguna especie de pecado de omisión. Y cuando regresamos del exilio, recuperados pero todavía heridos, surgen los reproches, las lánguidas respuestas que tensan la conversación y apremian a evitar la próxima, y se revela la amistad como un cúmulo de obligaciones ante las cuales no tenemos excusa aunque nada podamos exigirles. Todo esto en un mundo de soledad en el que el derecho a la soledad parece no existir.

Y regresamos al exilio tan sólo preguntándonos cuándo tendremos ganas de salir de él de nuevo.

18/11/09

Viaje al Oeste (7)


Estamos tan acostumbrados a enfrentarnos a folios impresos y encuadernados que a veces olvidamos que la literatura ha sido, a lo largo de su historia, eminentemente oral. No comprendemos la literatura como algo escuchable y es por ello que raras veces identificamos el teatro con ella. Incluso hemos relegado el que nos lean una historia como una actividad más bien propia de niños. También el cine es literatura aunque no nos demos cuenta, sólo que más evolucionada y con sus propias normas para contar historias (si me preguntaran a mí por el futuro de la literatura, diría que está en la novela y en el cine).

Bien es cierto que poco tiene que ver todo esto con las aventuras y enseñanzas del Rey Mono, pero no he podido evitar que me llame la atención el final de cada capítulo de esta descomunal historia: "No sabemos que ocurrió después. Quien quiera descubrirlo tendrá que escuchar con atención lo que se dice en el siguiente capítulo." Con sus variaciones.

Y la clave está en la palabra "escuchar", porque no dice leer, dice escuchar. Así que lo que ahora nos planteamos (yo me planteo) como miles de páginas de concentrada lectura, habría que entenderlo más bien como numerosas horas de paciente escucha. Es lógico si tenemos en cuenta la época en la que fue plasmado por escrito; si bien eso sucedió en el siglo XVI, se trata de la unión y novelización de historias muy anteriores, y no hace falta insistir en el altísimo porcentaje de analfabetismo que había, más aún en un país como la China, cuya escritura ideográfica (sin ninguna indicación de la fonética) y sus más de cinco mil caracteres complejos (bien es cierto que muchos de ellos formados a partir de la unión de otros más sencillos), ha provocado que el analfabetismo llegara hasta bien entrado el siglo XX, e incluso muchas personas mayores continúan sin saber leer ni escribir a día de hoy.

Pero hoy ni siquiera queremos escuchar y se hace alarde de la incultura que antes provocaba vergüenza o, cuando menos, comedimiento. ¿Cúantas veces hemos oído a otros decir que de eso "ni sé ni me interesa" o despreciar los conocimientos de otros por facilones o por inútiles? ¿Cuántas veces hemos oído aplicar el estúpido refrán de que sobre gustos no hay nada escrito a las artes por gente que las desconoce totalmente?

Quizá el problema sea nuestra forma de adquirir conocimientos, porque lo hacemos leyendo en privado y eso nos imposibilita compartirlos. Porque escuchar es una actividad que suele hacerse en grupo. Y quizá si todos esos adoradores de su propia ciencia infusa se hubieran dedicado a escuchar más, y hubieran escuchado con atención lo que se decía en el siguiente capítulo, ahora tendríamos un mundo menos idiota del que tenemos.

17/11/09

Diarios madrileños (8)


El otro día (hace ya un tiempo) me subí a un vagón del metro, me senté y me dispuse a leer durante el trayecto, como hago casi siempre para combatir el tedio que produce la permanencia excesivamente larga en este medio de transporte madrileño. Entonces comencé a sentir una leve presión en la punta de mi zapato y, al levantar la vista, me percaté de que un tipo se había sentado frente a mí y, no alcanzo a comprender por qué, ejercía una continuada presión de su pie contra el mío. Lo miré con cara de no demasiados amigos y pareció darse por entendido porque se detuvo en el acto. Pero sólo lo pareció, pues al instante volvió a comenzar su jueguecito.

No suelo esperar encontrarme a gente demasiado inteligente en Madrid, pero tampoco a imbéciles de este calibre. Así que decidí cruzar las piernas y seguir leyendo, aprovechando el movimiento para propinarle una suave patada con el pie que tenía que elevar, a ver si así pillaba la indirecta. Inmediatamente recogió sus piernas y yo pude dedicarmede nuevo a la genial novela de la que me estaba estropeando las últimas páginas.

Y cuando llevaba ya unos segundos de tranquilidad cabió su estrategia. Ya no empujaba mi pie con el suyo, sino que ahora me daba continuos golpecitos en el que aún me quedaba en el suelo. No sé si pretendía ligar conmigo o qué. De hecho ni siquiera podía asegurar que semejante idiota fuese natural y no fabricado en un laboratorio con fines científicos: probar la paciencia de la raza humana, por ejemplo.

Respiré aliviado al descubrir que yo no era en absoluto objeto de sus oscuros deseos sexuales, o al menos así quiero creerlo. Un segundo personaje visiblemente ebrio llegó hasta allí desde la otra punta del vagón y, señalando a una chica a la que había dejado sola, le dijo: "Señor, sea caballeroso y permita sentarse a una señorita". Bueno, los términos no fueron exactamente esos y costaba entenderlos entre balbuceos, pero la idea sí. Entonces el imbécil se levantó y pude observar en él una borrachera aún mayor que la de su compañero. No estaba mal para ser la doce del mediodía.

Ahora un recomendación. Un sábado a medianoche eso hace cierta gracia. Un día entre semana a mediodía eso toca los cojones.

16/11/09

Viaje al Oeste (6) Citas


Tú no eres más que una bestia que ha obtenido en esta reencarnación un envoltorio humano. ¿Cómo te atreves, entonces, a aspirar a lo que nunca podrás alcanzar y está totalmente por encima de tus posibilidades? Tu actitud constituye una pura blasfemia.

12/11/09

Viaje al Oeste (5)


Generalmente es el héroe protagonista de una aventura quien debe cruzar los infiernos para regresar al hogar y no un personaje secundario, pero el efecto dramático resultante es el mismo. O similar. En realidad este infierno no se parece tanto al de Odiseas o Eneidas, pero supone también el paso que debe atravesarse con éxito para llegar a la patria. Pongámonos en antecedentes:

El emperador Tai-Chung había prometido al Rey Dragón del Río Ching proteger su vida, ya que éste había sido condenado a muerte por desobedecer las órdenes del Emperador de Jade. Tai-Chung llama a su presencia a Wei-Cheng, el juez encargado de ejecutar la sentencia, y comienza una partida de ajedrez con él para distraerlo de la ejecución de su cometido. Wei-Cheng se duerme durante la partida, lo que tranquiliza al emperador. Pero al despertar aquél, los guardias de palacio aparecen con la cabeza de un dragón y Wei-Cheng explica que ha acudido en sueños a decapitarlo. Por lo sucedido, Tai-Chung ha incumplido su promesa, así que el Rey Dragón exige su presencia en el Infierno para ser juzgado, por lo que el emperador muere, su espíritu acude al juicio en el infierno, es absuelto y al tercer día regresa a la vida.

No hablaré de lo recurrente del tercer día como motivo literario en esto de las resurrecciones, ni de los motivos para acudir al infierno, sino del tránsito por él. Lo que salva la vida a Tai-Chung no es el juicio en sí, sino el haberse sabido conducir con sabiduría y rectitud, pues esas dos cualidades son las que permiten primero que se celebre un juicio que no tenía por qué celebrarse, y segundo que sea absuelto en él. Y aquí viene la enseñanza, porque Tai-Chung no es un hombre sabio y, consciente de ello, acata los consejos de Wei-Cheng y eso le permite salir con bien. Este último es la figura de la autoridad moral, tan difusa en estos días, cuya palabra debe escucharse y debe creerse cuando desconocemos algo, es el maestro a quien debe respetarse porque sus conocimientos estánmuy por encima de los nuestros. ¡Qué raro resulta tal sometimiento al estudio en nuestro tiempo! El camino del hombre sabio exige estudio, pero en su carencia reclama que escuchemos y aprendamos de quien estudió antes que nosotros; algo incomprensible hoy, cuando quien no sabe se inventa sus propias teorías y se encierra en ellas, poniendo su ignorancia al mismo nivel de los conocimientos de otros.

El segundo elemento de salvación para Tai-Chung es la sinceridad, algo despreciado hoy en día en favor de la astucia. Cuando le preguntan en el juicio, él no busca la respuesta más adecuada para su salvación, sino que ofrece la verdadera, dejando así al descubierto sus carencias y defectos. Pero eso no importa, pues ya ha puesto de manifiesto su predisposición hacia el aprendizaje, que es el camino para solventar los errores cometidos.

Así pues, esa jerarquización entre maestros y buenos discípulos es la que hace al mundo funcionar correctamente, y su ruptura la que hace a una sociedad entrar en proceso de decadencia. Recemos para que estos antepasados se equivocaran, porque si esto es cierto estamos en pleno proceso de batacazo universal.

6/11/09

Viaje al Oeste (4)


Es curioso ver cómo los mismos temas e historias casi paralelas se repiten en las distintas literaturas, por alejadas que parezcan sus respectivas culturas. Un héroe libera un arma de la prisión en la que permanecía encerrada, y ésta, de poderes invencibles, recibirá un mal uso por parte de su dueño, lo que finalmente provocará su caída.

¿Les suena de algo? Seguro que todos están ya pensando en Excalibur; pero bien podría tratarse de la Barra Complaciente de los Extremos de Oro de Sun Wu-Kung. Les pondré en antecedentes. Cuando el Rey Mono pide un arma y ninguna de las que le presentan le agrada, el Rey Dragón del Océano Oriental lo lleva hasta la barra que mide la profundidad del Río Celeste. El Rey Mono será el único inmortal que consiga empuñar la barra, que se convertirá en su arma a partir de ese momento. Por desgracia, las acciones que con ella acometerá no serán las más adecuadas: obligar al Rey Dragón a proporcionarle una armadura y un casco, borrar su nombre del libro de la muerte, exigir un título entre los dioses, devorar los melocotones de la inmortalidad, arrasar las estancias de Lao-Tse y declarar la guerra al Emperador de Jade (la más alta autoridad en los cielos, algo así como Zeus para los griegos). Por todos esos crímenes será finalmente derrotado por el maestro budista Tathagata, que lo encerrará bajo la Montaña de las Cinco Fases con un anuncio: "Una vez que se hubiera cumplido el tiempo de su castigo, acudiría a liberarle un enviado del cielo. [...] Si algún día logra obtener la libertad, se pondrá al servicio de Buda y emprenderá un larguísimo viaje hacia el Oeste."

Y ahí tengo detenida la lectura, a la espera de que Sun Wu-Kung sea liberado. No pueden negarme que, con ciertas diferencias, las dos hitorias son, digamos, similares: ambas son la historia del instrumento divino de justicia cuyo uso se pervierte. Pero lo sorprendente es que la historia se repite en casi todos sus pasos. Aunque a partir de ahora las historias se separarán, pues si la del Rey Arturo es de destrucción, del hombre que sucumbe a sus pasiones y de cómo la sociedad utópica es destruida por el afán de poder, la del Rey Mono es, en cambio, una historia de superación en la que el espíritu debe elevarse por encima de las pasiones (a nadie se le escapa que Wu-Kung no acaba muerto como Arturo, sino encerrado a la espera de su liberación y su redención). Sun Wu-Kung comenzó en las alturas y cayó por no atender a lo que todo el orden celestial le indicaba. Ahora deberá tomar el camino de Buda (el hombre sabio) y emprender su Viaje al Oeste para purgar sus culpas y alcanzar la iluminación, porque la historia del Rey Mono no es la historia de un reino, sino de la individualidad que debe aprender a superarse como camino de aprendizaje.

3/11/09

Jose Luis López Vázquez


Se ha despedido de todos Jose Luis López Vázquez. Con él va extinguiéndose el número de los verdaderamente grandes del cine español.