12/11/09

Viaje al Oeste (5)


Generalmente es el héroe protagonista de una aventura quien debe cruzar los infiernos para regresar al hogar y no un personaje secundario, pero el efecto dramático resultante es el mismo. O similar. En realidad este infierno no se parece tanto al de Odiseas o Eneidas, pero supone también el paso que debe atravesarse con éxito para llegar a la patria. Pongámonos en antecedentes:

El emperador Tai-Chung había prometido al Rey Dragón del Río Ching proteger su vida, ya que éste había sido condenado a muerte por desobedecer las órdenes del Emperador de Jade. Tai-Chung llama a su presencia a Wei-Cheng, el juez encargado de ejecutar la sentencia, y comienza una partida de ajedrez con él para distraerlo de la ejecución de su cometido. Wei-Cheng se duerme durante la partida, lo que tranquiliza al emperador. Pero al despertar aquél, los guardias de palacio aparecen con la cabeza de un dragón y Wei-Cheng explica que ha acudido en sueños a decapitarlo. Por lo sucedido, Tai-Chung ha incumplido su promesa, así que el Rey Dragón exige su presencia en el Infierno para ser juzgado, por lo que el emperador muere, su espíritu acude al juicio en el infierno, es absuelto y al tercer día regresa a la vida.

No hablaré de lo recurrente del tercer día como motivo literario en esto de las resurrecciones, ni de los motivos para acudir al infierno, sino del tránsito por él. Lo que salva la vida a Tai-Chung no es el juicio en sí, sino el haberse sabido conducir con sabiduría y rectitud, pues esas dos cualidades son las que permiten primero que se celebre un juicio que no tenía por qué celebrarse, y segundo que sea absuelto en él. Y aquí viene la enseñanza, porque Tai-Chung no es un hombre sabio y, consciente de ello, acata los consejos de Wei-Cheng y eso le permite salir con bien. Este último es la figura de la autoridad moral, tan difusa en estos días, cuya palabra debe escucharse y debe creerse cuando desconocemos algo, es el maestro a quien debe respetarse porque sus conocimientos estánmuy por encima de los nuestros. ¡Qué raro resulta tal sometimiento al estudio en nuestro tiempo! El camino del hombre sabio exige estudio, pero en su carencia reclama que escuchemos y aprendamos de quien estudió antes que nosotros; algo incomprensible hoy, cuando quien no sabe se inventa sus propias teorías y se encierra en ellas, poniendo su ignorancia al mismo nivel de los conocimientos de otros.

El segundo elemento de salvación para Tai-Chung es la sinceridad, algo despreciado hoy en día en favor de la astucia. Cuando le preguntan en el juicio, él no busca la respuesta más adecuada para su salvación, sino que ofrece la verdadera, dejando así al descubierto sus carencias y defectos. Pero eso no importa, pues ya ha puesto de manifiesto su predisposición hacia el aprendizaje, que es el camino para solventar los errores cometidos.

Así pues, esa jerarquización entre maestros y buenos discípulos es la que hace al mundo funcionar correctamente, y su ruptura la que hace a una sociedad entrar en proceso de decadencia. Recemos para que estos antepasados se equivocaran, porque si esto es cierto estamos en pleno proceso de batacazo universal.

1 comentario:

妖妖 dijo...

Esa parte no me interesa mucho. Sigue leyendo, es mucho mejor~