23/10/08

Citas


Como la vida el verso es una partida

de ajedrez con el horror

y el poema es peor que la muerte.
LEOPOLDO MARÍA PANERO, Teoría del miedo

21/10/08

La correcta atención al cliente



(El diálogo es de la película Clerks. Todos aquellos que trabajen de cara al público, no me digan que en más de una ocasión no han tenido ganas de tratar así a algún cliente. Reconózcanlo: algunos se lo merecen)


-Oiga.
-Qué.
-¿Sabe si alguna de estas es buena?
-No las he visto.
-Y ¿no le han comentado algo sobre estas películas?
-Procuro no meterme en los asuntos de los demás.
-O sea que nunca ha oído a algún cliente hacer un comentario sobre estas películas.
-No.
-¿Y qué me dice de estas?
-Son bodrios.
-¡Ah! Son las mismas películas de las que hablaba. No me está prestando atención.
-No. Es cierto.
-No creo que a su jefe le guste saber...
-A mí no me gusta su artimaña, señora.
-¿Cómo ha dicho?
-Su artimaña. Ha intentado engañarme.
-Eeh... Sólo intento que reconozca que no está prestando atención a lo que digo.
-Espero que disfrute.
-¿Qué espera que disfrute?
-Ojalá disfrute de estar en posesión de la verdad. No hay nada más gratificante que señalar con el dedo las debilidades de los demás.
-Eeh... Es la última vez que vengo a este sitio.
-La echaremos de menos.
-Que le den por el culo.
-Oiga: no quiero verla más por aquí.

20/10/08

Diarios madrileños (2)


13/10/2008

Decididamente la única ciudad española es Barcelona. Hoy he ido a la biblioteca para hacerme socio y poder usar así el wifi para buscar un trabajo y para todo lo que se terciara. Pues nada. La biblioteca te ofrece una hora de internet al día (en toda la red, así que nada de ir a otra cuando se acaba tu tiempo en una) en sus ordenadores, y nada de wifi. Debido a esto he buscado la central, que no está demasiado lejos de casa, pero el mismo problema. Así que nos encontramos con lo siguiente: Barcelona “segunda ciudad” española, tiene wifi en sus bibliotecas; Pamplona, ciudad provinciana, tiene wifi en sus bibliotecas; Madrid, que a estas alturas ya ha perdido su categoría de ciudad (no pasa de ser un pueblo de dimensiones descomunales), nada de nada. Y vete a explicar luego a los extranjeros que esto es la capital de un país.

He tenido que conformarme con usar mi portátil en una cafetería al lado de mi casa en la que SÍ tienen wifi (y en la que de paso te cobran un doblón por un café) y sólo poder usarlo durante la hora que le dura la batería. Un desastre, vamos.

15/10/2008

Espero que nunca tenga que ser ocupante de una ambulancia en Madrid, porque muero fijo antes de llegar a nada que se parezca a un hospital. Estaba esperando que el semáforo cambiara a verde para cruzar una calle, y cuando esto ha sucedido, he comenzado a oír una sirena. Me he sentido como un bicho raro, porque he sido el único que no ha comenzado a cruzar, haciendo frenar a la ambulancia. Así que el día que yo vaya en una sé que mi vida dependerá de que el anciano con bastón que no haya querido esperar a que pasara mi ambulancia termine de cruzar la calle, con la velocidad que todos sabemos que son capaces de desarrollar.

17/10/08

Citas



Y mientras yo me he convertido en el célebre León de Nápoles, Berta está muerta y se ha convertido en nada.

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Sólo hay una cosa más solitaria que morirse sin que se entere nadie, y es morirse sin enterarse uno mismo de lo que está ocurriendo, sin que el que muere se entere de su propia disolución y término.

JAVIER MARÍAS, El hombre sentimental

15/10/08

Diarios madrileños (1)


08/10/2008

¿Por qué no hay ni una sola cafetería en la estación de autobuses de Madrid en la que tomar algo mientras esperas el tuyo? Es más. ¿Por qué ni tan siquiera hay una estación de autobuses, sino tan sólo un agujero bajo tierra donde esos enormes trastos con ruedas llevan a cabo su regurgitación y nueva ingesta de pasajeros?

Pues sí, he hecho mi primer viaje de regreso a Pamplona y no ha empezado demasiado bien. De entrada no había cafetería en la estación, pero eso creo que ya lo he contado. La segunda ha venido nada más subir al autobús. Al llegar a mi asiento he visto a un imbécil en el de al lado leyendo el periódico, y digo imbécil porque el tipo estaba leyéndolo con medio brazo metido en mi asiento, y no sólo no ha hecho ni mirarme, sino que ni por asomo ha mostrado la más leve intención de cambiar su postura. Afortunadamente quedaban asientos vaciós al fondo y he podido trasladarme a uno de ellos y olvidar el incidente mientras veía las dos películas que ponen para amenizar el viaje (qué diferencia con los torturadores profesionales de Vibasa). Y he descubierto que en los autobuses también ponen a veces buenas películas, aunque no del todo apropiadas para el espacio en el que están teniendo lugar. La sesión doble comenzó con Parque Jurásico. Digo que no son del todo apropiadas porque cualquiera puede ir en ese autobús y la peli en cuestión es para menores de trece años, y aunque yo nunca he tenido demasiado en cuenta esos cortes de edad, creo que hay momentos en los que deberían respetarse (ni siquiera Spielberg permitió a sus hijos verla cuando se estrenó porque no habían cumplido aún esa edad). Y no rectificaron con la segunda: El sexto sentido. Al final no fue tan malo el viaje.

10/10/2008

El viaje de vuelta fue mejor, no por la película que no hubo forma de ver porque la imagen era imposible (ni siquiera sé qué película era), sino más bien por la compañía en el asiento de al lado que vino a sustituir a la del viaje anterior: una chica encantadora con la que pasé buena parte del viaje charlando (y es que a veces suceden esas cosas y merece la pena el tiempo del viaje).

Nota a mi llegada de nuevo a la estación de Madrid: ¡¡¡HE ENCONTRADO LA CAFETERÍA!!! Aunque tuve que subir y bajar tantas veces las escaleras mecánicas para ello, que dudo que pueda volver a hacerlo.

8/10/08

Arriving Madrid


Pues ya hemos dado el salto. Hace ya un mes que abandoné Barcelona (la ciudad de mis amores, por otro lado, lástima de catalán) y ya he aterrizado en Madrid. Veremos cómo me trata ésta. Tiene dura competencia, todo hay que decirlo, pues los últimos seis meses en la anterior fueron realmente buenos. Ahora da comienzo la búsqueda de piso: si antes el casting lo hice yo, ahora me toca de nuevo ser el aspirante.

Por otro lado, la competencia entre ciudades es algo que prácticamente carece de sentido. No tiene sentido entrar en comparaciones cuando las diferencias son tan obvias: Barcelona sale ganando de calle, aunque sólo sea por una cosa: en Barcelona sabes cuándo estás en el centro de la ciudad. Aquí el centro es un ente tan abstracto que abarca un terreno igual al de la superficie total de la ciudad condal. Hay muchos centros en Madrid, he llegado a oír. Vamos, que la única forma de situarse aquí es aprenderse el plano de la ciudad de memoria, qué se le va a hacer. El viejo truco para orientarse en Barna de nada sirve ya: a un lado se veía la montaña y al otro el mar (o se vería si los edificios no lo taparan, aunque el sólo hecho de no ver montañas era más que suficiente para saber que el mar estaba allí).

Y la avenidas fachada. En Barcelona había muchas así, pero eran un trabajo de principiantes comparado con lo que aquí puede verse. Si allí caminabas por una avenida y nada más meterte por una de sus bocacalles parecía que habías ido a parar a un pueblecito, aquí al girar la esquina más bien parece que has cruzado una especie de puerta interdimensional y has ido a parar a un barrio de chabolas del tercer mundo. Supongo que a todo se acostumbra uno.

Y el metro. No tengo palabras para hablar del metro de Madrid. Bueno... sí las tengo. La primera impresión fue buena: bajé a ese submundo y no sentí el calor agobiante que inunda los pasillos del metro de Barcelona. Un punto a su favor. Luego vino el resto. Casi no llego a la estación. Porque la estación no está precisamente nada más bajar (pero ni una), sino que hay que atravesar medio millón de pasillos, con unos carteles indicatorios capaces de hacerte estar dando vueltas ahí abajo hasta hacerte perder la razón. Debe ser el metro peor indicado del mundo. Por otro lado parece que de los vagones tira el caballo del malo. Es realmente lento. Si hubiera una pintada hecha en la pared en alguno de los túneles podrías leerla perfectamente al pasar.

Bueno, dicen que Madrid no gana a la gente por su belleza sino por no sé qué otras cosas. Además, todavía no he hecho ninguna incursión al Madrid de los Austrias, que seguro cambia mi visión de todo esto. Bueno, los primeros días nunca son perfectos. Mejorará.