18/11/09

Viaje al Oeste (7)


Estamos tan acostumbrados a enfrentarnos a folios impresos y encuadernados que a veces olvidamos que la literatura ha sido, a lo largo de su historia, eminentemente oral. No comprendemos la literatura como algo escuchable y es por ello que raras veces identificamos el teatro con ella. Incluso hemos relegado el que nos lean una historia como una actividad más bien propia de niños. También el cine es literatura aunque no nos demos cuenta, sólo que más evolucionada y con sus propias normas para contar historias (si me preguntaran a mí por el futuro de la literatura, diría que está en la novela y en el cine).

Bien es cierto que poco tiene que ver todo esto con las aventuras y enseñanzas del Rey Mono, pero no he podido evitar que me llame la atención el final de cada capítulo de esta descomunal historia: "No sabemos que ocurrió después. Quien quiera descubrirlo tendrá que escuchar con atención lo que se dice en el siguiente capítulo." Con sus variaciones.

Y la clave está en la palabra "escuchar", porque no dice leer, dice escuchar. Así que lo que ahora nos planteamos (yo me planteo) como miles de páginas de concentrada lectura, habría que entenderlo más bien como numerosas horas de paciente escucha. Es lógico si tenemos en cuenta la época en la que fue plasmado por escrito; si bien eso sucedió en el siglo XVI, se trata de la unión y novelización de historias muy anteriores, y no hace falta insistir en el altísimo porcentaje de analfabetismo que había, más aún en un país como la China, cuya escritura ideográfica (sin ninguna indicación de la fonética) y sus más de cinco mil caracteres complejos (bien es cierto que muchos de ellos formados a partir de la unión de otros más sencillos), ha provocado que el analfabetismo llegara hasta bien entrado el siglo XX, e incluso muchas personas mayores continúan sin saber leer ni escribir a día de hoy.

Pero hoy ni siquiera queremos escuchar y se hace alarde de la incultura que antes provocaba vergüenza o, cuando menos, comedimiento. ¿Cúantas veces hemos oído a otros decir que de eso "ni sé ni me interesa" o despreciar los conocimientos de otros por facilones o por inútiles? ¿Cuántas veces hemos oído aplicar el estúpido refrán de que sobre gustos no hay nada escrito a las artes por gente que las desconoce totalmente?

Quizá el problema sea nuestra forma de adquirir conocimientos, porque lo hacemos leyendo en privado y eso nos imposibilita compartirlos. Porque escuchar es una actividad que suele hacerse en grupo. Y quizá si todos esos adoradores de su propia ciencia infusa se hubieran dedicado a escuchar más, y hubieran escuchado con atención lo que se decía en el siguiente capítulo, ahora tendríamos un mundo menos idiota del que tenemos.

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