Cuando el futuro se antoja tan difuso, la soledad se convierte en medicina de silencio. Es entonces cuando las relaciones con los demás se ponen a prueba, cuando surgen los reproches, cuando hay gente que no respeta ese silencio y se siente incomprensiblemente herida, como si estuviéramos cometiendo alguna especie de pecado de omisión. Y cuando regresamos del exilio, recuperados pero todavía heridos, surgen los reproches, las lánguidas respuestas que tensan la conversación y apremian a evitar la próxima, y se revela la amistad como un cúmulo de obligaciones ante las cuales no tenemos excusa aunque nada podamos exigirles. Todo esto en un mundo de soledad en el que el derecho a la soledad parece no existir.
Y regresamos al exilio tan sólo preguntándonos cuándo tendremos ganas de salir de él de nuevo.
5 comentarios:
Puede pasar que cuando uno regresa de su exilio es otro el que necesita el refugio de la soledad. Puede pasar que cuando uno necesita una mano amiga en un momento difícil y esa mano necesitada parece que se va a extender pero al final siempre se retira, ese uno acaba guardándose la mano en el bolsillo.
No puedes esperar que la gente esté ahí para cuando tú quieras, pero cuando los demás quieren tú no estés ahí.
La amistad no es una obligación. La amistad debería ser un placer y cuando se convierte en obligación es mejor terminar con ella.
Date cuenta de que ahora los reproches los haces tú.
Por qué tus amigos son tan raros?!
Los mios nunca me piden esas cosas.
dui bu qi，qin ai de...
Llamala para quedar algún día.
Haz amigos con ellos de nuevo.
Te quiero mucho.
Mejor no la llames. Hay que alejarse de la gente rara.
Mira, tengo una duda:
Si la gente ya no quiere ser amigos,sigue quiere saber todo sobre él?
Por qué nos engañamos a nosotros muchas veces?
Tienes razón,tienes cosas más importantes que hacer. Ya empiezo creer yo también que es una tontería , pero grande.
Publicar un comentario