7/9/09

¡¡¡Vaya mierda!!!


Generalmente nos quejamos de que nuestras ciudades están llenas de mierdas de perro y en más de una ocasión nos gustaría agarrar al dueño por banda y hacerle practicar la coprofagia con su mascota. Pamplona, por ejemplo, es una especie de vergel para estos cerdos (me refiero a los dueños). En Madrid, sin embargo, esta colección de heces caninas apenas se ve por las calles (alguna te puedes encontrar, lo contrario entraría en el terreno de los imposibles).

Podríamos pensar, entonces, que el enfado por haber pisado una mierda no existe en esta idílica ciudad con propietarios de mascotas civilizados. Nada más lejos de la realidad. Podríamos pensar, también, que el enfado de un madrileño hipotético al que nos encontráramos después de que este hubiera pisado una mierda es desproporcionado. Nada más lejos de la realidad tampoco, pues el daño también lo sería, pudiendo llegar incluso a la altura del tobillo. Y es que aquí lo peligroso no son los perros, sino los caballos de la policía, a los que parece que nadie obliga a salir con una bolsa para recoger los desperdicios de sus bichos, y háganse ustedes cuenta del tamaño de las heces. He visto monumentales mierdas de caballo en el parque del Templo de Debod, en la Plaza de España, en la Castellana (¿qué coño haría un caballo en la Castellana?), y a un caballo defecando en uno de los paseos del Retiro sin que el policía que lo llevaba se inmutara ni, por supuesto, hiciera el más mínimo amago de limpiar aquello.

Eso sí, si tu caniche se caga y no llevas una bolsa encima para recoger su creación seguro que te multan, y con un poco de suerte mientra lo hacen el perrillo quedará sepultado bajo una gigantesca defecación equina de la que, no lo duden, el poli ni se enterará.

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