16/1/09

Autobús idiota


Siempre me ha resultado bastante molesto que una de las premisas del cristianismo sea el apostolado, esto es, lo que referido a cualquier otra cosa suele llamarse proselitismo. Y no me refiero a comunicar su fe a quien quiera conocerla, lo cual me parece perfecto, sino a comunicarla por fuerza, te interese o no, casi imponerla. Entre otras cosas porque eso va en contra de las enseñanzas de quien dicen revelar, que terminaba muchos de sus discursos con frases como “el que quiera entender que entienda” o “el que tenga oídos que oiga”. Esto viene a querer decir que él no obligaba a nadie a seguirle, ni tan siquiera a escucharle, al contrario que la Iglesia, que se muestra incluso ofendida cuando no se siguen sus preceptos.

Ese me ha parecido siempre un grado de prepotencia (e incluso de estupidez) que hay que evitar a toda costa (además, sería muy aburrido que todo el mundo nos diera siempre la razón). Ahora el mundo ateo parece haberse contagiado de ese mal, al comenzar una campaña publicitaria para dar a conocer (más proselitismo) la no existencia de Dios. La campaña (que, supongo, ya conocerán) utiliza, en autobuses urbanos, el eslogan “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”. Mucho he tenido que leer ya en favor de esa campaña, artículos idiotas que hacían énfasis en la palabra “probablemente”, elogiando su uso porque ponía de relieve que los ateos no tienen la repuesta absoluta de la que alardean los creyentes. Pues bien, a mí lo que me toca las narices es lo de “deja de preocuparte”. Pero ¿quiénes se han creído que son para decirme lo que tengo que hacer o dejar de hacer con mis creencias? Todo el mundo se ha empeñado en decir que los ateos por fin salen del armario (valiente estupidez) y que la campaña es meramente informativa. ¡Pues no! Desde el momento en que usan esa frase su campaña es proselitista, pues me están instando a actuar como ellos, sin importarles si me interesa o no. Además, el “probablemente” es puro maquillaje, pues ellos mismos se han identificado como ateos y el ateísmo es la convicción de que Dios no existe.

Por otro lado la respuesta de los creyentes no ha sido menos estúpida: han lanzado a las calles otro autobús con la leyenda “Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo”. Otra afirmación categórica, otra intromisión en nuestras creencias, más proselitismo y la infame intención de que sigamos sus normas.

Los primeros siempre se han escudado en que no puede demostrarse la existencia de Dios. La Iglesia, callando cierto dogma de fe establecido en el Concilio Vaticano I que dice que la existencia de Dios puede ser demostrada por la razón sin ayuda, actualmente se defiende con la imposibilidad de aquellos de demostrar la no existencia de Dios (lo que quiere decir que ha tenido que retroceder posiciones, se ha vuelto más sensata). Sin embargo los dos parecen creer tener derecho a tratar de imponernos sus indemostrables ideas, una gran falta de humildad por ambas partes (igual de grave en ambos casos, pues unos la predican y los otros siempre se lo han achacado a sus contrarios).

Si esto ya está sucediendo, pocos reductos intelectuales nos quedan en los cuales refugiarnos.

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