8/1/09

Fauna en el metro (1)


Les juro que es totalmente cierto. No sé qué edad tenía el sujeto pero yo le calculé unos 40 ó 45 tacos. Aunque si lo cascado de su voz no me hubiera obligado a levantar la cabeza para mirarlo habría jurado que tenía 16 ó 17. Ninguna otra edad podía esperarse de su conversación por el móvil.

-Me lo ha pedido mi madre y se me ha olvidado comprarlo. ¡Qué bronca va a echarme!

Pausa. Los músculos de mi cara se contrajeron en un rictus de espanto que traté de disimular en un esfuerzo probablemente inútil.

-Pues no quiero ir... Oye... ¿Puedo dormir en tu casa?

En ese momento deseé que todo fueran imaginaciones mías aunque, francamente, lo dudaba.

-¿No? ¡Vaya! Y ¿sabes si (y aquí pronunció un nombre que no recuerdo) está sólo?

¡Uau! (o “wow”, ahora que Desigual lo ha puesto de moda). Estaba asistiendo en vivo a lo que tantas veces había visto en series americanas malas. En aquel momento el metro paró y el tipo se bajó, así que no pude averiguar en qué quedaba la cosa. Quizá fuera mejor así: en mi cabeza un tipo de 40 años no quería ir a dormir a casa de su madre porque temía que lo reprendiera por haberse olvidado de comprar algo y quería que un amigo lo alojara en su casa para evitar la bronca. No sé cómo se sentirían ustedes en una situación parecida, pero les aseguro que yo estaba buscando la cámara oculta.

En fin... ¿Qué más sorpresas me depararía el metro de Madrid?

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