20/2/11

El sombrero de copa


El otro día sin duda metí la pata con un compañero de trabajo. Cuando yo llegaba, él se marchaba, y lo hacía con un llamativo sombrero de copa sobre su cabeza.

-¿A dónde vas disfrazado?

-¿Perdón?

-Eh... no... nada... que si sueles llevar sombrero...

-Yo siempre.

Fue algo más o menos así. Y lo que en principio me pareció una extravagancia lo empecé a ver, pasados unos minutos, como algo más bien normal. Yo mismo aborrezco en ocasiones la tan pretenciosa como descuidada moda actual, y me descubro a mí mismo con miradas de admiración ante los estilizados trajes que los caballeros portan en las películas de los años 50 ó 60. Nos nos creeríamos, por ejemplo, al ladrón de Atraco perfecto, si Sterling Hayden no llevara ese alargadísimo traje probablemente marrón o de algún color parduzco, acompañado de su sombrero y de su finísima corbata. Claro, que entre eso y un sombrero de copa más propio de Dorian Gray dista un trecho. Aunque su caso y el mío forman parte de la misma nostalgia por modas pasadas, más dignas que la actual.

Más tarde me di cuenta de que la nota discordante no la ponía el sombrero, sino el resto de la indumentaria. Hay prendas de vestir que exigen que todo lo demás (en ocasiones incluso las mismas calles por las que transitamos) se acomode a ellas, y el sombrero de copa se incluye en este grupo. Tan característico cubrecabezas impone un impecable pantalón de traje, una levita o abrigo largo de chaqueta y la desaparición de cualquier corbata, al menos las actuales. Por no mencionar que tal figura sólo sería creíble saliendo por la puerta de un edificio bicentenario. En cambio la mezcla con unos pantalones vaqueros cualesquiera y esas tan anchas chaquetas de corte americano, muy gruesa tela y tan pródigas en bolsillos que parecen promocionar marcas como U o Desigual, hacen que la apariencia de quien luce este tocado se acerque más a la de Mr. Hyde que a la del caballero inglés que debería ser el Dr. Jeckyll, destruyendo de ese modo la imagen de moda clásica, y dando campo libre a una batalla entre los distintos elementos de la indumentaria, irreconciliables entre sí, que acaba por producir la misma sensación de dejadez que la moda actual, sensación de la que en un principio parecía querer escaparse. Y tal huida queda frustrada porque, a fin de cuentas, somos hijos de nuestro tiempo y bien difícil resulta escapar de eso.

2 comentarios:

Alicia Caerina dijo...

Su reflexión me ha impresionado, Mr. Zabaleta. Chapeau. Y se lo digo desde la extravagancia de quien resulta hortera hasta para la corriente del patchwork daltónico más alternativo.
¿Tendrá a bien presentarme a su amigo el del sombrero?

Black Queen dijo...

¿Puede saberse qué narices es eso del patchwork? ¿Es que ya no existen palabras en español para nombrar las cosas?