8/4/10

Hermosa retórica


Ayer El País publicaba un artículo inusualmente interesante, firmado por una tal Sinnead O'Connor, a quien desconozco por completo, al parecer una músico dublinesa. Ella se quejaba de la carta de falsa disculpa escrita por el Papa con respecto a los abusos sexuales cometidos en Irlanda y en la que, como todos ya sabemos, dice que le horroriza lo sucedido (o algo así), habla de perdón y de orar y esas cosas, pero hace también un vergonzoso ejercicio de caradura al tomarlo por un problema de la iglesia irlandesa y no asumir la responsabilidad que él tiene como jefe supremo de todos los obispos, estén donde estén. Por no mencionar que oculta que fue informado de todo esto cuando también él era obispo y no hizo nada al respecto, es más, también lo ocultó entonces. Y estamos hablando de ocultar un delito: ¿Hay alguna ley que impida juzgar al Papa?

Todo lo que dice está perfectamente razonado, así que, por favor, léanlo. De todos modos el párrafo que me ha llegado al alma es el siguiente:

El Vaticano está actuando como si no creyera en un Dios que todo lo ve. Quienes dicen ser los guardianes del Espíritu Santo se dedican a aplastar todo lo que el Espíritu Santo representa. Benedicto es culpable de dar una imagen falsa del Dios al que adoramos. Todos sabemos, en el fondo de nuestro corazón, que el Espíritu Santo es la verdad. Por eso sabemos que Cristo no está con esos que le invocan con tanta frecuencia.

Supongo que se habrán dado cuenta de porque me ha llamado tanto la atención está frase. Ni más ni menos que porque utiliza la misma retórica a la que tan acostumbrados nos tiene la iglesia, contra ella. Son verdades absolutas, inatacables y realizadas desde la fe. Como todas esas que tenemos que tragarnos, al menos en España, todas las semanas por parte de la Conferencia Episcopal. Qué maravillosas que son cuando se vuelven contra aquellos que las escupen habitualmente. Bueno señores, me voy a levitar un rato.

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