24/11/10

Yang Yang 楊揚


La semana pasada, la Red Navarra de Estudios Chinos, en sus V Jornadas del Mundo Chino: Taiwan, otra realidad, proyectó la película taiwanesa Yang Yang que... en fin, creo que hay úlceras que duelen menos. La película en cuestión trata sobre una chica taiwanesa que es medio francesa por parte de padre, y el hecho de serlo pero no hablar francés parece que le causa algún tipo de trauma o algo así. Esta que acabo de hacer es la sinopsis más lógica que se puede hacer de las casi dos horas de eterno metraje que tiene la película. Pero ojo, que parece que hay gente a la que le gusta este sinsentido, pues la película ha estado nominada a varios premios en los Asian Film Awards y en el Golden Horse Film Festival, de los que no se llevó ninguno, parece que al final vieron la luz los miembros de los jurados.

En esta historia (es un decir) todo pasa porque sí, no busquemos una lógica interna del relato. Todo comienza cuando la madre de Yang Yang se casa con el entrenador de atletismo de la protagonista y se marchan las dos a vivir con él y su hija, formando lo que en un principio parece una feliz familia. Pero no todo podía ser maravilloso, porque entonces no tendríamos conflicto, así que Yang Yang se tuerce un tobillo. El novio de su hermanastra Ming Ren, al llevarla al hospital, y en cosa de unos treinta segundos, que es el tiempo que ese tipo con cara de tonto llevaba en pantalla, se enamora de ella porque, claro, todos sabemos que torcerse un tobillo une mucho, por eso de la pasión nacida de la tragedia. Ella, que es una buena chica, por supuesto lo rechaza. Pero claro es que el chico tiene porno con chicas taiwanesas que son medio francesas (¿?) y Ming Ren le pilla una de estas películas e inmediatamente deduce por ella que está enamorado de Yang Yang. A partir de aquí comienzan a encadenarse una serie de escenas a cada cual más absurda y sin demasiada continuidad unas con otras. Cuando Ming Ren se entera del amor platónico de su novio se cabrea con Yang Yang, que claro, la pobrecilla no ha hecho nada. Así que para solucionarlo la protagonista sigue quedando con el tonto (así lo llamaremos a partir de ahora) y, en una escena sacada del peor de los culebrones, le dice que lo que suceda en las tres horas siguientes a ese momento nunca habrá sucedido, tendrá que olvidarlo, y claro, se lo tira. Para que todo sea muy injusto, al llegar a casa Yang Yang después de haberse tirado al tonto, Ming Ren le pide perdón por lo injusta que ha sido con ella. Y para completar el patetismo absoluto de la historia, en venganza por robarle al tonto (no contaré cómo lo descubre definitivamente, pues es una escena ya demasiado sonrojante), le hecha esteroides en el agua antes de una carrera (unos esteroides que además de ser los de más rápido efecto que puedan existir, se pueden meter en la botella sin romper el precinto de seguridad del tapón siquiera), y Yang Yang decide no defenderse y dejar el atletismo. Todo esto en el instituto, así que cuidado los que tengan hijos, no vaya a ser que se dopen en esos partidos de fútbol que se juegan entre colegios, o algo así, y terminen huyendo de casa por la vergüenza sufrida. Lo de la vergüenza me lo invento, pues es del todo imposible saber por qué hace las cosas esta tipa.

Tras esto se fuga con un manager de artistas o algo así, que de inmediato la convierte en portada de revistas. Así de fácil. Todos los hombres parecen estar enamorados de Yang Yang a pesar de que ésta se pasa la película con cara de estreñida. Será que lo de ser medio francesa tira mucho, a pesar de que, dicho sea de paso, es la actriz más fea de todo el reparto (incluso su madre tiene más atractivo que ella). Y luego la hacen actriz con un papel en francés para que lo vuelva a pasar mal y todo sea muy trágico. Luego tenemos otra escena en la que lo vuelve a pasar mal porque tiene que ir a clases de francés (esta les aseguro que es una de las más ridículas que he podido ver), otra en la que el tonto y el manager se pelean no sé muy bien por qué, otra en la que aprende a bailar tangos tampoco sé por qué, y un montón de desatinos más.

El caso es que cuando todo llega a su fin, todos esos personajes que aparecen y desaparecen continuamente porque sí, han dejado un montón de historias abiertas de las que no se cierra ninguna: no sabemos qué pasa con el tonto, no sabemos qué pasa con el padrastro, no sabemos qué pasa con la hermanastra, no sabemos qué pasa con el atletismo, no sabemos qué pasa con nadie.

Como colofón, al final nos meten el título de la peli a modo de créditos, y después de eso sale la cara de vinagre otra vez corriendo. Entonces uno dice: ahora, ahora es cuando va a pasar algo y vamos a averiguar qué ha pasado con todos esos personajes de los que el director, o el guionista, o no sé quién se ha olvidado. Pero no. Tras dos larguísimos minutos de la tiparraca esta corriendo salen los créditos y fin del asunto. Es que me imagino al director muerto de risa y diciendo: se la he colado, se la he colado, ahora a esperar a que los avispados de turno le encuentren el trasfondo social al peñazo este que me acabo de inventar.

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